Primero los pobres.

MÉXICO, D.F., 9 de septiembre (apro).- Si en 1910 se hubiera aplicado una encuesta, es muy probable que el dictador Porfirio Díaz hubiera salido bien calificado, pues aquella se habría aplicado entre quienes sabían leer y escribir, los que vivían en las ciudades, y no en el resto de la población empobrecida.

Cien años después, sólo para comparar el momento y no los personajes, Felipe Calderón sale bien calificado en los sondeos, sin que nadie se explique por qué, sobre todo cuando ha crecido el número de pobres en todo el país y el gobierno calderonista ha resultado un fracaso absoluto.

         Desde aquellos años, la fórmula de aumentar impuestos a la población, aunque estuviese empobrecida, ha sido utilizada para intentar paliar las recurrentes crisis económicas que ha sufrido el país. La fórmula más impuestos=más dinero, es la lógica que desde los reinados se aplicaba para obtener más recursos.

         Felipe Calderón y su recaudador de impuestos, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, creen que esta fórmula es la solución principal a la situación de crisis económica del país, y la han acompañado de otras medidas, como el adelgazamiento del aparato de gobierno y otros ajustes al gasto público, a fin de cubrir el déficit de 300 mil millones de pesos que se dejarán de percibir en el 2010 por los ajustes del precio del petróleo, el crack financiero en Estados Unidos –que provocó una caída de la economía mundial– y la reducción de las remesas que los inmigrantes enviaban a sus familias desde aquel país.

         El paquete económico presentado ayer, que aún deberá ser aprobado por la Cámara de Diputados, es una columna de viejos gravámenes, pero aumentados, como el Impuesto sobre la Renta (ISR), el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU), el Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE) y el Impuesto al Valor Agregado (IVA), todos los cuales serán aplicados a la población en general, pero impactará más a los que menos tienen.

Además de las alzas constantes en electricidad, gas y gasolinas, ahora tendremos que pagar nuevos impuestos en el uso de telefonía celular, telefonía doméstica e Internet. Y, por si fuera poco, se aplicará el impuesto a los depósitos bancarios por 15 mil pesos y no por 25 mil, como se venía haciendo.

El mayor engaño propuesto es el aumento de 2% al Impuesto al Valor Agregado (IVA), que se aplicará a alimentos y medicinas, junto con todos los bienes y servicios al consumidor, bajo el titulo eufemístico de "contribución para el combate a la pobreza", lo cual resulta toda una contradicción, porque el sector que recibirá el mayor impacto es precisamente el más pobre.

Habría que preguntarle a Calderón y a Carstens si saben que en el país hay millones de familias en la miseria, que apenas tienen para medicinas y alimentos, y cobrarles un impuesto por estos bienes y servicios resulta una señal de desprecio a su condición de apremio.

La cascada de impuestos la completa el IEPS, que se aplicará al tabaco, con un aumento de 80 centavos a la caja de 20 cigarros, en primera instancia. Durante cuatro años, este impuesto se seguirá incrementando, hasta ubicarse en dos pesos por paquete.

También se ha propuesto un aumento de 28% en la cerveza durante los próximos tres años, tras lo cual su precio empezaría a bajar, hasta alcanzar el 24% en el 2014.

En tanto, en juegos y sorteos el IEPS pasaría de 20% a 30%, y en bebidas alcohólicas se contempla aplicar una cuota de tres pesos por litro a las que tienen más de 20 grados Gay Lusac.

Y, así, mientras la propuesta de ajuste económico recae en las espaldas de la sociedad civil, la sociedad política no sale afectada en lo más mínimo.

El Poder Legislativo le cuesta al país 9 mil millones de pesos al año, pues cada uno de los diputados cobra mensualmente 105 mil 370 pesos y, además, no pagan impuestos, porque esos los paga la Cámara baja. De su ingreso, los legisladores ahorran 12% para un fondo de retiro, y la misma Cámara les aporta una cantidad similar.

         A esto se suman otros dos pagos mensuales: uno por 28 mil 772 pesos, de ayuda ciudadana, y otro por 45 mil 786 pesos, ¡por asistencia legislativa! Es, pues, otro sueldo por asiduidad, aunque sea su obligación.

Pero ahí no acaba todo. Los diputados también reciben un seguro de gastos médicos mayores para ellos, sus padres, su cónyuge y sus hijos, y además se les paga dentista, optometrista y lentes. También cuentan con gastos funerarios para la misma parentela, lo que representa un mes de dieta.

         Esto sin tomar en cuenta los cupones de avión por cuatro boletos mensuales, tres si están en receso; ayuda terrestre de hasta diez mil pesos mensuales a los que viven en un radio menor a 300 kilómetros –incluidos los del Distrito Federal–, y una tarjeta IAVE para cada uno de los 500 legisladores, además de aguinaldo, vacaciones, ayuda para gasolina, pago de celular y asistentes, y en algunos casos coche y chofer.

         Caso similar es el de los senadores, que reciben un bono de retiro de $1.6 millones de pesos. Y los consejeros del IFE, que recibieron un aumento en sus sueldos, ganan 330 mil pesos al mes, en tanto que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se embolsan 347 mil pesos al mes.

Otros funcionarios del Poder Judicial, igualmente bien pagados, son los consejeros de la Judicatura Federal, que cobran 337 mil pesos mensuales; los magistrados del Tribunal Electoral, con un salario de 343 mil; los magistrados de circuito, quienes ganan 200 mil, y los jueces de distrito, que se embolsan cada mes 176 mil pesos.

La lista de privilegios se extiende a los caciques sindicales que también reciben del erario público tributos a su poder, tal es el caso de Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps y Napoleón Gómez Urrutia. A éstos se suman los líderes de los partidos y los gobernadores, como Enrique Peña Nieto, que gastan a manos llenas el dinero público. El ajuste económico ni por asomo los altera.

Y, al final, a este grupo político le interesa poco el aumento de los impuestos porque, paradójicamente, con ello se aplicará uno de los lemas de campaña de Calderón: primero los pobres.

Las encerronas de Carstens.

MÉXICO, D.F., 11 de septiembre (apro).- Sabedor del rechazo generalizado que le esperaba al paquete económico de 2010, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, intentó convencer a los generales del PRI en la Cámara de Diputados, aun antes de presentar la propuesta ante el Congreso.

El pasado jueves 3, reunidos en el Centro Libanés, la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes, además de Francisco Rojas, Oscar Levin Coppel, David Penchyna, Alberto Cano Vélez y Luis Videgaray, todos diputados federales y encargados de elaborar la propuesta económica del PRI, escucharon por más de tres horas al secretario y su equipo de trabajo.

         De nada sirvió la encerrona. Una semana después, la fracción del PRI, fuerza política de la que depende Felipe Calderón y su partido para lograr el visto bueno a su "impuesto a la pobreza", dio a conocer un documento demoledor, en el que no sólo rechaza el nuevo gravamen –que de pasar, todos los mexicanos deberán pagar, incluso los 60 millones de pobres que hay en el país, pero que gracias a Dios y a los panistas se les regresará "multiplicadito"–, sino que acusa a los autores de incapaces, corruptos y de tratar de engañar al pueblo a través de efectos mediáticos.

Sin embargo, las críticas parecieron no importarle a Carstens y sus secretarios. Apenas un día después de los cuestionamientos, hubo otra encerrona con los priistas, pero aquellos rectificaron su estrategia. En lugar de convocar a los "generales" de la bancada del PRI, los funcionarios decidieron hablar con los 237 diputados.

Tarde, pero finalmente se dieron cuenta que quienes tienen poder sobre sus legisladores son los gobernadores y no los tres grupos que se pelean la candidatura del Revolucionario Institucional para el 2012.

         Así, el secretario de Hacienda reunió en un hotel, al poniente de la ciudad, a toda la bancada priista. Especial atención le merecieron aquellos diputados de los diez estados donde habrá elecciones para gobernador el próximo año: Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Durango, Aguascalientes, Chihuahua, Tlaxcala, Sinaloa y Zacatecas. La zanahoria para todos es la nada despreciable bolsa de cuando menos 120 mil millones de pesos del presupuesto federal para distribuir entre todos los estados.

         La propuesta de más dinero a sus estados, a cambio de nuevos impuestos a la población, es la apuesta del secretario de Hacienda, quien no acaba de entender que son estos diputados y no Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Francisco Rojas o Enrique Peña Nieto, quienes tomarán las últimas decisiones en función de sus intereses locales.

         Aunque, al final, quien abre y cierra la llave para que los recursos negociados con los gobernadores y sus diputados en la Cámara –a cambio de nuevos impuestos— fluyan, no es precisamente Agustín Carstens, pues detrás de él se encuentra el expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien hábilmente colocó a José Antón o González Anaya en la oficina de los dineros que se reparten a las entidades federativas.

         González Anaya es cuñado de Ana Paula Gerard, actual esposa de Salinas de Gortari, y durante el sexenio salinista trabajó bajo las órdenes del "súper asesor" José Cordoba Montoya.

         Del otro lado de la banca a convencer están los 71 diputados  del PRD. Y aunque su coordinador, Alejandro Encinas, ya ha dicho no al nuevo impuesto, todavía falta que los diputados de Nueva Izquierda acepten este rechazo. Pero ya se sabe que esta corriente se ostenta como el "ala negociadora" de la izquierda.

         Como se sabe, es la fracción del PT la representante de Andrés Manuel López Obrador, y tan sólo Encinas y unos 20 legisladores del PRD comulgan con su proyecto político. De ahí que no es seguro que el resto, aproximadamente 50 diputados, algunos integrantes de la corriente Nueva Izquierda, vayan a votar por el NO a nuevos gravámenes.

Un dato curioso: el pasado miércoles 9, el presidente nacional del PRD y cabeza de la corriente Nueva Izquierda, Jesús Ortega, se reunió con la priista Beatriz Paredez, afecta a los acuerdos con Felipe Calderón, y con el dirigente del PT, Alberto Anaya. De manera sorpresiva, el jueves 10, el otrora dirigente del PT, Gonzalo Yañez, dijo a los diputados pejistas del PT que había que acercarse a la fracción del PRD, ya que había toda la confianza de AMLO hacia Encinas.

¿Incluyendo a la de Nueva Izquierda? –se le preguntó.

Y el silencio se hizo.

            A quienes no hace falta convencer o explicar de qué se tratan los nuevos impuestos es a los 143 legisladores del PAN, quienes hoy hacen lo que tanto cuestionaron a los priistas: decir sí a todo lo que venga de su presidente.

Para poder negociar los impuestos, el PAN ya planea colocar en la presidencia de la Comisión de Hacienda al guerrerense Mario Alberto Becerra Pocoroba, quien, por cierto, encabeza un despacho fiscal que tiene el mismo tinte de Diego Fernández de Cevallos: defender a empresarios para sacarle el mayor jugo posible al gobierno a través de amparos o regreso de impuestos, o… defender a priistas caídos en desgracia.

Becerra Pocoroba, el encargado de convencer a priistas y perredistas de las bondades de los nuevos impuestos, fue el responsable de la defensa del exdirector de Pemex, el priista Rogelio Montemayor, a quien se acusó de haber desviado mil 500 millones de pesos a través del sindicato de trabajadores de la paraestatal y cuyo destino se pretendía fuera la campaña presidencial de Francisco Labastida…

Como se ve, si Cartens y sus hombres, con Salinas de Gortari a la cabeza, no convencen a los priistas de apoyar los nuevos impuestos en la Cámara, existe una segunda opción: la operación política de Becerra Pocoroba